Navidad: nacimiento, renovación
Lígia Guimarães Telles*
| 24 diciembre, 2019
Un hombre y una mujer esperando un hijo, un borrico, un camino. El viaje, el encuentro de un lugar que les acoge: un pesebre. Nace un niño, una estrella brilla en el cielo, un gallo canta. Es medianoche.
En pocas palabras se cuenta una historia majestuosa en su simplicidad, que puede ser revelada a cada uno de nosotros en el camino del desarrollo espiritual. El hombre es José, la mujer es María, la Virgen Madre. El punto de partida es Nazaret, el punto de llegada es Belén. El niño es Jesús, Hijo de Dios que viene al mundo para nuestra salvación. Ahora estamos en el espacio de lo Sagrado.
Una estrella apuntó en el cielo y guió a tres reyes sabios al lugar de nacimiento, en reverencia a un rey niño, de un reino que no es terrenal, es Divino. Estrella de Oriente, ¡que su luz despierte en nuestra conciencia el reconocimiento de la Divinidad!
25 de diciembre: Navidad. Fecha grabada en la historia de la humanidad. Cada año nos acercamos a este ritual de celebración del nacimiento, para nosotros, del Niño Dios que vino a revelarnos el camino del amor, del perdón, de la fraternidad, de la justicia y de la paz, todos estos valores presentes en el mensaje que dejó aquí.
En su eternidad, Jesús es un hito en la medición del tiempo en la tierra, en el calendario que marca dos momentos: antes y después de Cristo. Con cada recuerdo de estos hitos, la evocación de la cruz se renueva también en nuestra memoria, el camino del calvario que Él recorrió para nuestra salvación, y en Él podemos encontrar inspiración para cruzar, con fe y el apoyo del Padre, dificultades y momentos de dolor.
La Navidad es también un tiempo de renovación de nuestro sentimiento de alegría y de alabanza a la vida, en el camino del encuentro con la Luz, la Paz y el Amor.
*Ligia Guimarães Telles es miembro del Cuerpo del Consejo del Núcleo Serenita (Lauro de Freitas – BA).
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