Mestre Pequenina honró y cumplió su misión con honores
Ermanna Cavazzoli da Costa*
| 28 Septiembre, 2021
Este 28 de septiembre de 2021 no puede ser olvidado por nosotros, discípulos de la UDV, ya que es el día en que la querida Mestre Pequenina, considerada por muchos adeptos la matriarca de la União do Vegetal, estaría cumpliendo 93 años.
Mestre Gabriel se casó con esta joven (Raimunda Ferreira da Costa, que tenía 19 años en aquella época) que vino en esta encarnación predestinada a cumplir una noble y valiosa misión, la de ser compañera de nuestro guía espiritual y ayudarle en la creación de la UDV. Una religión que en su doctrina nos muestra el valor que tiene la mujer en la vida del hombre y viceversa, un principio básico para la formación de la familia y la continuidad de la vida con la generación de los hijos.
Toda la naturaleza manifiesta la complementación del principio masculino y femenino, y nuestro sacramento no podía ser diferente.
Fielmente coherente a sus enseñanzas en su práctica de vida, Mestre Gabriel mostró y declaró el respeto, la consideración y el valor que daba y tenía a su esposa, en una cultura extremadamente machista, especialmente en las plantaciones de caucho, donde la mujer era un mero objeto al servicio del hombre.
Nuestra querida Mestre Pequenina supo honrar y cumplir su misión con honores.
Fiel compañera que no dudó en acompañar a su marido en las idas y venidas a las plantaciones de caucho, afrontando con valentía y fortaleza los retos de un entorno inhóspito, poco a poco fue comprendiendo la revelación del verdadero tesoro que Mestre anunciaba y nos ofreció.
Afrontando así nuevos retos en su trabajo con los hermanos que venían, abriendo la puerta de su casa, acogiendo y ofreciendo refugio cuando alguien lo necesitaba, a pesar de su numerosa familia con numerosos hijos, aconsejando y enseñando cuando la situación lo requería.
Talento, fuerza y firmeza
Cuando llegué a la UDV, a principios de los años 80, en el Núcleo Apuí (Lauro de Freitas – BA), solía escuchar a algunas personas de la dirección hablar de su talento y fuerza, la única mujer Mestre, hasta que un día, durante una visita al Núcleo y a la familia de Mestre Gabriel, tuve la oportunidad de conocerla. Al principio era una persona austera que no daba espacio a las futilidades ni a la beatería, pero el destino me proporcionó el mérito de poder convivir un poco con ella, de tener una mayor aproximación.
Cuando fui a Porto Velho para comprometerme con Jair, en 1992, visité su casa y lo primero que me llamó la atención fue un escrito en el portal, encima de la puerta: “quien derecho anda derecho tiene”. Cuando entré en la sala, en las paredes pintadas de azul cielo, las fotos, los dibujos, las pinturas y los objetos representaban a Mestre Gabriel y a la UDV. Parecía que había entrado en otra dimensión de la realidad, muy diferente de la cultura a la que estaba acostumbrada, nada era discreto.
Conocí a su hijo Benvino, José Gabriel da Costa Filho, llamado Róseo, conociendo más el trabajo de esta mujer que tuvo 11 hijos, algunos con limitaciones y otros con dependencias que exigían mucha más dedicación. Otros hijos, ya casados y con una familia de fuerte personalidad, llegaron pidiendo la bendición y se despidieron pidiendo la bendición. Podía sentir el respeto, la consideración y el afecto que todos tenían por su madre, el pilar de esa casa. El ir y venir de nietos, discípulos y amigos en aquella sencilla casa de puertas abiertas donde no faltaba la comida, también me conmovió.
Aquel azul celeste de las paredes de repente irrumpió, simbolizando la firmeza con la que tenía que afrontar la realidad de la vida.
En otra ocasión pude presenciar y percibir una peculiaridad de Mestre Pequenina que me llamó la atención: la conexión diferenciada que establecía en el contacto visual con una persona que venía a hablar de asuntos personales, pidiendo consejo. Era un nivel de concentración superior al normal que no había visto en nadie hasta ese momento.
Sentí el peso de sus palabras en algunas situaciones, la dimensión que tenía de la percepción espiritual de la vida, abriendo nuevas ventanas a mi mirada.
Venciendo los desafíos
Admiro la capacidad y la fuerza de aquel espíritu para vencer los retos que se le impusieron, la superación del dolor de perder a su marido, compañero, amigo y guía cuando aún era joven (tenía 43 años), y también a algunos de sus hijos (pude ser testigo del profundo sufrimiento de la pérdida de su hijo Salomão). Pero siempre consiguió, con el tiempo, volver a ponerse en pie y continuar con su misión de madre, defensora y cuidadora de esta obra, a la que dedicó su vida. Sus palabras lo resumen: “La União do Vegetal es mi padre, mi madre y todo para mí”.
Narradora de muchas experiencias, nunca perdió la capacidad de aportar momentos de alegría y buen humor a pesar de los sufrimientos.
El Mestre Gabriel, profundo conocedor del alma humana, la eligió para cumplir su misión, y se empeñó en decir a los que no tenían una comprensión más esclarecida, que él recreó la União do Vegetal con Pequenina y que si fuera necesario la volvería a recrear con ella.
Le entregó el secreto de la piedra de Talismán, la competencia de tener un dominio de la burracheira, y de sacar a cualquiera que entrase en situaciones extremadamente difíciles en la fuerza del vegetal.
En su último viaje, a Manaos, sabiendo que no volvería, Mestre Gabriel tomó los documentos que rigen el centro y se los entregó en mano diciendo: “Pequenina, cuando me necesites, aquí estoy yo”.
Quiero expresar aquí mi gratitud por haber recibido esta invitación del Blog de la UDV, para poder expresar mi homenaje en este día a Mestre Pequenina, esta Señora tan especial, Matriarca de esta inconmensurable obra, espejo y referencia de mujer y discípula. Y para mí también, especialmente por haber engendrado en su seno y criado con la dedicación y el celo de una madre amorosa a su hijo Jair, mi esposo, compañero, amigo y Mestre.
*Ermanna Cavazzoli da Costa es miembro del Cuerpo del Consejo do Núcleo Sultão das Matas (Lauro de Freitas- BA)
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