Caianiño: el discípulo del Mestre

Primer Encuentro de los Mestres del Origen (actual Consejo de la Recordación de las Enseñanzas del Mestre Gabriel), Jaru – RO, 1987 | Foto: Yuugi Makiuchi

El camino de la Unión del Vegetal es el de la rectitud, de la buena conducta, del ejemplo. Los caianiños, como también son llamados los discípulos de Mestre Gabriel, deben orientar su caminata en esa dirección, colocando en práctica lo que aprenden en las sesiones. Mestre Gabriel orientaba que para seguir en la Unión del Vegetal es necesario andar recto en la vida: “Para me acompañar, para seguir conmigo, tiene que seguir recto, torcido no sigue”.

Él incluso publicó un artículo en el Periódico “O Guaporé”, de Porto Velho, en julio del 1971, esclareciendo como es el comportamiento de un socio que frecuenta la UDV. Intitulado “Velando mientras duerme”, la publicación sirvió de respuesta a la predicación de un reverendo católico, que hizo críticas a la Unión del Vegetal en su sermón dominical.

VIDA EQUILIBRADA, FAMILIA Y ADOLESCENCIA

Convivencia fraterna entre socios e hijos de socios de la UDV en la Sede General (Brasília – DF ) | Foto: Julio Trazzi

La Unión del Vegetal enseña cómo es posible tener una vida equilibrada, con más paz, armonía y fraternidad. Los que deciden verdaderamente seguir en ese camino y colocar en práctica las enseñanzas de la UDV experimentan un proceso de transformación gradual, con mejorías evidentes.

El cambio es percibido principalmente en el ámbito familiar. Es común declaraciones de familiares de socios que relatan una mejoría en el convivio y en el comportamiento de ellos. En general, los filiados del Centro pasan a tener más consciencia de los valores de la familia y su importancia.

Hay muchas familias también cuyos integrantes son todos de la Unión del Vegetal. Los principios morales de la doctrina y el ambiente saludable de los Núcleos posibilitan a las familias un desarrollo más orientado en la vida. Los adolescentes son un ejemplo de eso. En la vivencia dentro de la Unión ellos encuentran las condiciones para la formación de un buen carácter, aprendiendo a diferenciar el mal y el bien, y a hacer buenas elecciones.